Ya he visto la meta.

Hace unos días que la vi. Y descansé. Y aparté de mi mente el miedo. Llegó el respeto. Sólo el respeto.

De tan atareada durante esta última semana, no he podido encontrar ni un hueco para sentarme, ni para escribir. Pero quería escribir el antes, y también escribiré el después.

Cuando un reto se plantea como parte del camino, no hay misterios, sigues entrenando, aprietas más, le dedicas más esfuerzo e intentas llegar. Cuando se plantea como un «extra» es más difícil.

Lo mío ha sido un camino. Un camino que no acaba mañana. Por eso quizá estoy serena. Porque sé que seguirá por muchos años, y seguirán habiendo oportunidades para superarlo, y superarme y emocionarme.

No he compartido este camino con casi nadie. Me he ido encontrando algunos compañeros/as en algunas etapas, con un hilo conductor racional que me ha aportado mi entrenador, y casi siempre sola, planificando mis retos, mis paradas, mis días, mis minutos escasos para entrenar, mis viajes, mis obligaciones… Aunque sí he recibido mucho apoyo de compañeros y amigos.

Es difícil entrenar un maratón. Ha sido difícil. Mucho más la logística que la física. Por eso mañana creo que voy a disfrutar. He adaptado bien los entrenes, mi cuerpo ha asimilado km, distancias y tiempos, creo que estoy preparada. Aunque nunca se sabe. Puede que me sobreestime.

Muchas veces he visualizado el final de la maratón, esos 2 km finales que serán los más maravillosos, supongo, pero en realidad no tengo ni idea qué sucederá. Echaré de menos, mucho, a personas que quiero, y que han sufrido conmigo este camino. Las pensaré durante mucho tiempo, en los kilómetros fáciles y en los difíciles. Me emocionaré al ver a otras que no esperaba que estuvieran. Me despertaré mañana al minuto, como cuando me tocaba partido un domingo por la mañana, saltando de la cama. Y no tendré sueño, aunque haya dormido poco esta semana. Respiraré el fresquito de la mañana y repasaré que lo llevo todo y marcharé. No arriesgaré. No tengo mi cabeza preparada para eso. Llegaré. Y llegaré bien.

Sé que lo haré, porque me he preparado para llegar. Sé que todos podemos hacer lo que nos hemos propuesto. Aunque los caminos sean muy difíciles.

Descansad, compañeros de viaje, nos vemos en Valencia.

🙂

Isabel