Ni en mis mejores pensamientos podía imaginar que este reto se resolvería tan bien como lo hizo el pasado domingo.
Y eso que la semanita de tres días de trabajo, la del puente de la Inmaculada, había sido durilla. Más que durilla, plomazo. A tope hasta el último momento del sábado, con la celebración del cumple de Álvaro, (imposible no celebrarlo claro, y no con poquito no, sino con un súper cumple de todo el día), por más que mi cuerpo estuviera reclamando descanso de los días cañeritos que había llevado.
No me encontraba a tope. Hay días que no son los mejores para mi, desgraciadamente no son uno o dos, sino 10 ó 12 al mes, así que la probabilidad es muy alta, y claro, Bingo¡¡, no era un buen día. Pero una se acostumbra a convivir con su cuerpo, con su dolores y sus cosas, así que o vas palante o no haces nada. Pues para adelante. No pienses, suelo pensar cuando comienzo a correr y noto mis cositas por dentro de mi…
Leo muy a menudo a Chema Martínez, un corredor muy cañero que su lema es «no pienses, corre», y lo pone en casi todos sus post, tweets y fotos… No sabéis cuánto me ha ayudado esta máxima para afrontar esta distancia, y también para afrontar las series de entrenamiento. Una y otra y otra serie… si pienso en algo, automaticamente mi velocidad se reduce, mi mente se cansa y rindo menos, así que cuando afronto un reto duro, o quiero conseguir un ritmo fuerte, corro pensando en no pensar, qué cosas¡¡. Pensar en no pensar… y me repito un montón «no pienses, corre».
Creo que me fue muy bien en esta primera media maratón. Disfruté de la carrera, me vengué de lo mala que había sido la 10k de Picaña del año pasado, donde tanto Jorge como yo lo pasamos fatal, y esta vez se planteó diferente, de preparación, de ánimo, de compañía…
Seguí el consejo de mi compi Javi de la calle 8 de la piscina, plantéate 3 bloques de 7 km. Los primeros 7 por debajo del ritmo que podía ir, los siguientes 7 más rápido y los últimos un poco más rápidos del ritmo medio. De esta forma tu media será buena, y te motivarás, pues estarás toda la carrera adelantando gente y te vendrás arriba, no te agotarás en los primeros km y acabarás ok. Así fue.
Comencé corriendo a 5, unos 2 km, y ya me puse objetivo como mucho a 4:40-4:50. Empecé a notar que me meaba, al km 2, y pensé: «caray Isabel, ¿no vas a aguantar una hora y media sin mear?, si hay días que te tiras toda la tarde o toda la mañana y casi revientas…», así que obedecí a la voz de mi «inconsciencia» y pasé del pipi (vi a chicos que salieron a mear, yo lo tenia más difícil…). Cuando pasé el km 7 pensé «tengo que bajar un poco» y me planté en 4:30-4:40 de media, dependiendo de si pensaba o no (ya no me acordaba que me estaba meando, había conseguido engañar a mi mente). En el km 12 me vino el flato. Ese dichoso estado que hacía tiempo no me visitaba, y traté de controlar mucho mi respiración, y conseguí hacerme con él sin bajar el ritmo. Eso sí, lo tuve 2 km. «No pienses, sólo es respirar… dos pa fuera una pa dentro…». Cuando pasé el km 14 comencé a querer bajar de 4:30 y lo tuve ya difícil, así que mi objetivo era no subir de 4:30, intentarlo a 4:20 o así… y así lo pude conseguir. «Es la primera, no te rayes, no hace falta cumplirlo todo a rajatabla». Con ese ritmo, la motivación de no parar de adelantar a gente y mis ppm, me encontraba muy bien para afrontar los últimos km, y apreté un poquillo, hasta 170 ppm no más. Con energía suficiente para entrar en meta dichosa, apretando y felicísima de ver el 1:38. Mi pensamiento había sido intentar bajar de 1:40, pero no sabía si podía…
Creo que el mayor secreto fue controlar mi cabeza. En todo momento sabía que físicamente lo podía conseguir, pero es a tu cabeza a quien debes decírselo, quien debe enviar las órdenes a tus músculos y eso a veces no es fácil. Siempre pensé que me aburriría correr tantos km sola, sin música, sin compañía… pero se me pasaron rápido, pude tener conciencia de cada paso, cada esfuerzo, cada reto por tramos, cada avituallamiento, cada escupiñajo que tiraban a mi lado (aggggg qué asco ¿porqué escupen tanto los chicos? si lo que falta en una carrera así es saliva¡¡, porqué la tiran?, no lo entiendo)… Creo que eso es lo que te hace al menos llegar y llegar entera. Tu cabeza.
Y como siempre, en las carreras como en la vida, terminas de hacer una dura prueba, y cuando consigues lo que te has planteado, o incluso superas tus expectativas, te das cuenta que posiblemente hay más cosas que puedes hacer, y simplemente no te las has planteado, y también te das cuenta que todo lo que razonablemente te propones lo puedes conseguir. No hay efecto más saludable para tu mente y para tu cuerpo que esa sensación. Y no es conseguirlo como los niños, que abren la boca y sus papás se lo compran, sino conseguirlo con tu esfuerzo, que es lo que cuenta, conseguirlo porque te has planteado un reto alcanzable y lo has entrenado, te has preparado, lo has medido, estudiado y disfrutado… el triunfo así sabe muy bien.
Que nadie piense que no me costó esfuerzo conseguirlo. Es posible que pueda correr más que muchas, por mi mochila deportista o mi físico, pero pocos saben cuántas series, cuestas, largos y carreritas he tenido que hacer antes de «atreverme» con una media. Mi intención era hacerla para disfrutar, como sucedió, para probarme, para medirme a mi misma con la seguridad del trabajo hecho. Creo que lo logré.
Gracias a los chicos/as Triculp que no pararon de animar en todo momento. Es un placer correr con esa animación, con un equipo que te va a apoyar y jalear al llegar a meta y en medio de la carrera. Gracias a Jorge, que me ha sufrido en la preparación, y en mi día a día¡¡¡. Él también lo consiguió, y mucho mejor de lo que pensaba él mismo. No hay nada como entrenarse para conseguir tus objetivos.
«No pienses, corre». Recuérdalo en tu próximo reto.
Esta semana que viene disfrutaré de alguna san Silvestre con mis peques. Y cerraré un año muy bueno deportivamente y muy malo en otros terrenos, con la esperanza que el trabajo hecho en este tiempo también de su fruto en otros terrenos.
Feliz Navidad y no os olvidéis de salir a correr, a andar o a lo que más os guste 🙂
Isabel