Ayer dibujé esto. Todos los días, después de cenar, Nuria y yo nos sentamos a dibujar. Ya es rutina, pues llevamos más de 20 días de encierro en casa. También es rutina subir al estudio de 5 a 7 a pintar y trastear con ella, y hacer después una hora de ejercicio, (depende del día), hasta las ocho menos cinco que salimos corriendo a la placita de atrás, ponemos la música a tope y aplaudimos con nuestros vecinos. Por la mañana, he elegido la música del día. En general, busco músicas alegres, pongo una de ésas y luego suena «Resistiré». Mis vecinos son mayores casi todos ( la selección debe ir acorde también jaja); entre mis vecinos también están mis padres, y para nosotros fue una obligación-devoción desde el inicio, salir, aplaudir y ambientar, tener un ratito de alegría.

No quería hablar de mis rutinas, ni de mi modo de organizarme en casa, me gustaría hablar de las personas, de cómo nos está afectando esto, que creo que nos afecta en la medida que el virus lo tenemos cerca, o peligran nuestros empleos, son los dos factores de ansiedad. 

Porque si no te han tocado las medidas de paro, ertes y despidos, y no tienes a nadie enfermo y con peligro cerca, o no eres muy mayor, pues bueno, vas viendo los telediarios y las noticias, pero es como si todo resbalase, no puedes «sentirlo» en su profundidad (quiero explicarme, no es que no empatices, pero no es lo mismo vivirlo desde la afectación intensa que desde la barrera de nuestra casa segura y estable), como si de repente estuviésemos fuera de la fiesta negra que hay alrededor, estás viendo tanto sufrimiento y noticias malas y aún así no te pones en situación, al menos no lo suficiente. Sé que a algunos les cuesta, se ve en sus actitudes todos los días.

El miedo al contagio de nuestros mayores es el que rige nuestras vidas ahora, pero también el miedo a qué pasará con nuestra supervivencia en un futuro inmediato, el miedo a perder tanto… En 20 días no hemos hecho más que escuchar cosas malas, negativas, miedos, reproches, frustración y rabia que arrojamos unos contra otros… (aquéllos que vierten ese miedo y esa rabia un día tras otro sobre personas vulnerables son dignos de reproche y linchamiento). Con todo esto subyacente, ¿cómo podemos sobrevivir emocionalmente?. A mi sólo se me ocurre una cosa, «normalizar la situación» (con todas las comillas que queramos poner), encontrar las pequeñas cosas buenas en el «nuevo día a día», aprovechar cada momento haciendo lo que antes no podíamos hacer, y olvidarnos de lo que teníamos, ya no está. O te adaptas o sufres.

Hoy he leído que algunas Universidades han parado ya la formación de este curso. Y no entiendo nada, aunque entienda y me ponga en muchas situaciones. Pero que justo sean las universidades pues me escama y me hace pensar, (también me pone al borde de mi precipicio, seré de las siguientes en dejar de trabajar). Se supone que los estudiantes universitarios son nuestros graduados del futuro próximo, los que han llegado con más medios, culturales, intelectuales, digitales (todos son nativos digitales¡¡), todos tienen formación y saben trabajar en grandes aulas, con recursos digitales, con plataformas… Que con adultos y autónomos no se haya podido seguir con la formación a distancia, me parece un grave error de nuestro sistema educativo. Aunque siempre puede ser que atienda a criterios de otro tipo, y entonces sí me enfado más. No me creo nada, y no lo comparto.

Por otra parte, leo artículos de las dificultades, que yo misma estoy viviendo, aunque intentando superar, con mis alumnos/as, y entiendo que en primaria, secundaria incluso, pueda ser difícil seguir según qué clases, o avanzar materia, sin garantizar la igualdad en todos los alumnos. Pienso en familias con afectados que no pueden dedicarse a seguir las clases, familias que no pueden ayudar a sus hijos, por cultura, por deficiencias en los medios, por diferentes circunstancias y desgracias que aún siguen pasando aunque sólo se hable del virus etc… Y entonces entiendo mejor las diferentes opiniones. Mis alumnos son de grado y son autónomos, y siguen trabajando en su mayoría, no trabajan los que ya no lo hacían en el aula, pero entiendo que no es una muestra significativa de lo que está pasando.

Aún así, con toda esta situación, donde las noticias tristes están en cada rincón de los informativos, donde nuestra libertad se ha cortado a golpes, donde el tiempo en casa hay que «rellenarlo» con cosas que antes no hacías, no creo que la educación deba desligarse de esa manera tan brusca. Sabemos que los centros y muchos docentes no están preparados, tampoco las familias, pero si llegamos a un porcentaje alto de población, siguiendo, guiando su formación, proponiendo actividades, siendo un contacto exterior de calidad, un referente… creo que estaremos cumpliendo una misión muy importante, cuidando no sólo la formación académica, (¡nunca ha sido eso la escuela), sino la formación de muchos aspectos de la vida, de acompañamiento en muchos momentos del crecimiento de los alumnos/as. Y debemos seguir acompañándolos, aunque no lleguemos a todos. Hay que buscar la forma de intentar poner medios para llegar a todos y todas, pero no parar, no podemos parar. No creo que pueda ser una buena solución dejar de tener este seguimiento hasta septiembre (¿O comenzaremos en agosto?). ¿Qué harán entonces las familias, con padres teletrabajando en casa u otras circunstancias, como irse al trabajo y dejar a los niños sin tareas, sin seguimiento, sin referentes formativos…? ¿Nos gustará más que nuestros hijos pasen más tiempo con las vídeo consolas o sin hacer nada en casa?, ¿qué harán nuestros hijos, niños, jóvenes, adolescentes…?, algunos creativos y trabajadores lo pasarán bien, y sólo al inicio, pero habrá muchos que no, que esta nueva situación los supere…

Es un esfuerzo conjunto, que creo que no se ha valorado lo suficiente. para ser la educación uno de los pilares de la democracia y de la sociedad, ya hace muchos años que se ha devaluado, pero ahora se ha ignorado completamente, poniéndola a un nivel de «relleno», de poco profesional y de bulto (esto es mi sensación). No hemos recibido ningún aplauso, ni reconocimiento, no somos noticia casi ningún día. Los niños y sus profesores son los grandes olvidados, !!sobre todo los niños¡¡, son los efectos colaterales.

Estamos adaptando todo, corrigiendo, llamando, atendiendo personalmente a nuestros alumnos, multiplicando el trabajo y los recursos… pero para algunos esto no es suficiente, si no se llega a todos no sirve… Tiempo habrá de reflexionar cuántas mejoras hemos de hacer todos, pero no se pueden obviar los esfuerzos y la «normalidad» que muchísimas familias están viviendo en estos tiempos, gracias a los nuevos hábitos de sus hijos, la «voluntad» de trabajo de todos los docentes, o de su mayoría, para seguir con la formación de los más pequeños. Aprovechemos ese tiempo, ese contacto niño-docente, esa voluntad de seguir estando con ellos, esas dificultades familiares para estar con los niños el 100% de los minutos del día, las maravillas que hay en la red (y las cosas malas, que si no estamos con ellos se pueden encontrar…), en fin, no dejemos de atenderlos y de que quieran ser atendidos. No dejemos de estar presentes en los trabajos de nuestros alumnos/as, en sus rutinas, de ser sus apoyos en la distancia. No dejemos pasar el tiempo sin aprovecharlo para hacer otras cosas, de otra manera e igual de edificante.

Aunque deje de trabajar antes de lo debido, seguiré organizando clases, al menos a los míos, presenciales y a distancia, como haga falta, porque no creo en 4 meses en «off» para los alumnos/as. No creo que el «no hacer nada» se tenga que convertir en el día a día, hablo de un «off» intelectual y formativo, hablo de cómo aprovecho el tiempo dentro de casa haciendo cosas diferentes pero igual de formativas, clases lectivas con un contenido u otro, o lo que sea. Precisamente son las rutinas las que nos ayudan a sobrellevar todas las malas situaciones. Las familias que están pasando un mal momento agradecen normalizar el día a día a sus hijos, las que no lo están pasando mal, lo necesitan también urgentemente. Los profesores deberemos estar presentes en las familias para seguir esa formación.

Aprovechemos cada uno lo que tenemos, nuestros profes están dispuestos.

Un abrazo 

Isabel