… y casi sin darte cuenta ya estás en la mitad de tu vida.
Eso es lo que han significado los 40 para mi, la mitad de mi vida. No es que piense que voy a durar justos 80 años, pero es más o menos la esperanza de vida que se nos adjudica ahora a las mujeres, con una media muy fría y eso, como le gusta a mi amiga la matemática, pero la verdad es que ha sido el año en el que más consciente he sido de estar en mitad de algo. No sé muy bien de qué, aunque si lo pienso un poco…
…de lo que creo que estoy a mitad precisamente es de la mejor etapa de mi vida, así que por eso comienzas a hacer pequeños cambios en tu vida, o grandes según quien lo vea. Y recuerdas lo bonita que ha sido tu infancia, con alguna cosa que otra regular, y sobretodo recuerdas cuándo comenzó tu vida social, y cuándo comienza tu vida emocional, sentimental, educativa… y en paralelo, siempre de la mano desde los 7 años, tu vida deportiva.
Y rápido rápido estableces tu casa, tu entorno, tu trabajo y ala ala, adelante, sin mirar, sin parar, y viene un hijo, mi tesoro, y sin darte cuenta otro, mi preciosa, y esta maldición que viene con las mujeres desde que nacemos te empuja a seguir y te ahogas, y lo das todo, pero estás ahogada, y dejas de hacer todo aquello que un dia te hizo feliz, deporte, pintura, salir, divertirte… y sólo tienes nudos, y más nudos difíciles de desembolicar, porque los nudos que uno mismo se hace son los más difíciles de deshacer…
Pero llega un momento que tu vida, de repente, sin haberlo prevenido, da un vuelco, se tambalea, te deja medio atontada y cuando tratas de entender, ahora a los 40, sabes que todo eso sólo son señales que te dicen: ¡¡Que te queda media vida como mucho!!, de ahí a menos. Así que espabila. Que tú puedes conseguir todo lo que un día soñaste…
Y comienzas a enumerar cada una de las cosas que te anudaban, y comienzas a reirte de cada una de ellas (pero sólo por dentro), a entender algunas otras de las que no hay que reirse, pero sí tomárselas de otra forma… y decides que debes comenzar a hacer otras cosas en tu vida, que debes comenzar a ser tú de una vez, con tus prioridades y tus preocupaciones, pero debes volver a tu esencia. Porque en este largo camino, gran parte de mi esencia se quedó en él. En las veces que he regresado a mi pasado, no reconozco a la niña o adolescente que fui, la que soñaba cómo sería su futuro… nunca es como pensamos, pero al final es el que es, el que tú te has construido. Lo bueno es que todavía te queda mucho por construir, la mitad del castillo ni más ni menos.
Mi entrada de hoy sólo quiere ser una reflexión dedicada a todos mis amigos, conocidos, a mi misma, que durante este año, el pasado o el que viene cumplimos 40. Esta es mi celebración y mi felicitación para todos ellos, pero sobretodo mi reflexión.
También va para todos aquellos que nos clasifican de «mayores», «veteranos», «senior»… nunca me he sentido más joven que ahora, con más fuerza para afrontar las cosas, los retos, con más colores detrás de mis ojos… 🙂
No configures tu futuro con lo que recuerdas del pasado, constrúyelo día a día con lo que te hace feliz, aunque todavía no puedas sonreir todo el rato. Busca tus momentos de felicidad plena, detéctalos y repítelos constantemente, evócalos y aférrate a ellos cuando no estés bien. Así es más fácil.
Si alguien suelta una lagrimilla, que piense muy bien porqué, y que se ponga manos a la obra.
(Vaya post más triste me ha salido, lo siento, he pensado el título y lo otro ha salido sin más… prometo uno divertido el próximo).
Y el horizonte lejano cada vez lo ves más claro… y más cerca.
🙂