Esperanza

Hubiera sido un bonito diario, escribir cada día de los que estemos confinados, igual que hago con los dibujos, uno cada día, o con las fotos, que también estamos registrando nuestra imagen cada día. Es nuestra tarea diaria, la de Alvaro, Nuria y mía. Nos hacemos cada día una foto en un rincón de nuestra casa. Luego no sé para qué las usaré, pero seguro que me dará mucha información de estos días, será interesante.

A las tareas que ya de por sí me he auto-impuesto, como ejercicio diario, dibujo, estudio, atender las clases y los alumnos, cocinar, estar con mi familia, llamar con imagen a los iaios para que nos vean todos los días, asomarme a los balcones para aplaudir… y un montón más, no quería añadir la de escribir. Y quizá sea importante. Quizá más.

Así, que en el quinto día de encierro, (desde el pasado sábado), he pensado que es obligatorio compartir algunas cosas con vosotros.

 

Organizamos una tarde/taller y pintamos el primer cartel. Me había encantado la idea que venía de Italia de llenar los balcones de mensajes de esperanza, de color y alegría infantil. Y mareé a mis chicas artistas. Ellas eligieron el dibujo, yo les dibujé, ellas pintaron, yo le di un retoque final, ellas lo grabaron todo e hicieron el vídeo final… (https://youtu.be/JlnAQiI_sK4)

Al día siguiente lo colgué en mi balcón y en mis redes. En pocos momentos comenzaron a subir los «likes» y los comentarios y en 2 días ya me habían enviado un montón de mensajes agradeciendo el acto y con diferentes carteles preciosos que habían hecho con sus chicos. También salió en la prensa de la ciudad.

Al día siguiente, (creo que era martes), le hicimos el cartel a mi madre y a mi hermana. Ese día llovía, y ayer también, así que hoy hemos aprovechado para colgarlo en sus balcones, cuando ha salido el sol.

Eso sí, sin tocarnos, sin acercarnos y guardando todas las medidas de seguridad.

Me imagino todos los balcones con dibujos con mensajes de esperanza, y no sólo eso, me imagino a los más pequeños trabajando en esos dibujos, disfrutando con las pinturas y alegrándose de hacer algo bueno por sus vecinos.

Pensé que cuando los «paseantes de perretes» salieran a la calle, o los compradores de pan y verduras que pasan a todas horas por mi calle, se alegrarían y al menos sonreirían. Si es así, misión cumplida.

Se me eriza el pelo con alguno de los mensajes que he recibido y viendo la cantidad de dibujos que muchos de mis amigos han hecho; todo esto me hace reflexionar.

Mucho de lo malo se impregna enseguida en nosotros, todo alarma y contagia y más este dichoso virus.  A veces me imagino al virus verde fosforito como una nube, que se posa en cada infectado, y que se va multiplicando según se acerca a otra persona y expandiéndose… Hay algunos que son morados, son los virus con más carga, los que matan…

Mucho de lo lo malo nos llega a través de los nuestros, de los más cercanos, sin querer hacer daño, esas personas nos «contagian» de la alarma, de lo infinitamente malo que puede pasar. Están en nuestros grupos, en nuestras cadenas de radio, en nuestras fincas…

Sólo quería contrarrestar esto con algo de lo bueno, con esperanza, con solidaridad, con colores…

Intentaré seguir viendo la parte positiva de este virus, (sé que hay que esforzarse para ello) la parte buena de estar en casa, de disfrutar haciendo miles de cosas que nunca puedo hacer, de estar con los míos, de protegernos entre todos, de tomar conciencia de lo poco que necesitamos y de lo vulnerable que es el día a día, de la capacidad de adaptación que conseguimos desarrollar en muy poco tiempo, y en ser consciente de que quien no se adapte, lo pasará mal, muy mal…

Espero y deseo que vaya lo mejor posible a todos, que podamos salir de una manera decente de esto, tanto a nivel de salud como a nivel económico, aunque será difícil, por todo lo que auguran los expertos. Mientras, intentaremos llenar de alegría nuestras calles, nuestras redes y nuestras casas.