Ella quería que le pintase una playa.

«La de Alcocéber mamá, que este año no podremos ir.» 

Muchas son las semanas que hemos pasado en casa, juntos, compartiendo minutos, hobbies y vida, aunque fuera sosa y triste, y diferente… 

Reencontrarte con tanto tiempo y llenarlo con una de tus pasiones, que es también tu oficio, pero de una forma libre, ha supuesto un punto de inflexión en mi, un «choque» con los planteamientos de vida que se imponen, con la ansiedad del trabajo y las obligaciones. Desde hace poco tiempo, tengo la suerte de dedicarme a enseñar aquello que más me emocionaba de pequeña y joven, el dibujo y la pintura. Ése vínculo con tu pasado y la configuración de tu futuro con sólidas inquietudes, he sido capaz de volver a descubrirlo poco a poco, y de disfrutarlo en estos raros meses.

Ellos (mis chicos) han servido de modelos, amigos, hijos, compañeros, en este espacio reducido de contactos de estos días. Han sido mi inspiración y el sentido de todo.

Este trabajo me recordará la nostalgia de esos días que vivimos en casa, de miedo y tristeza pero también de esperanza, la espera de que todo llegue a la normalidad, la nostalgia por todo lo que no pudimos disfrutar pero el convencimiento de haber re-descubierto nuestra esencia más íntima, de haber afianzado nuestro ser.

Buscamos el sentido de nuestra existencia, miramos atrás y revivimos momentos y sensaciones que nos hicieron feliz. Pareciera que la vida consiste en eso y puede que así sea para muchos. Para mí, también es importante el futuro, y la configuración coherente de esa línea de vida. Siempre nos quedarán los sueños.

Isabel

Julio 2020