Es difícil comenzar a escribir para definir todo lo vivido ese día, el 2 de diciembre, en Valencia. Pensar en cómo has superado un segundo maratón e intentar definirlo, es imposible. Hay tantísimo detrás, que ponerse a pensarlo de nuevo, uf… Puedo atreverme con un breve resumen, para no cansar, pero un resumen de emociones y de pensamientos que me han «atacado» estos días.
«De repente, como Forrest Gump, paras. Como cuando pones el freno de mano, como cuando te tropiezas con algo, como cuando alguien te llama y paras, como cuando recuerdas algo y cambias de dirección… paras. Es un decir, pero el hecho de no tener que hacer tan largos entrenamientos sí o sí para llegar bien a ese día, y poder elegir qué haces cuando te apetece hacer ejercicio, es… lo mejor de esta semana y media. Salir a estirar las piernas sin la presión de marcar tiempo ni km obligatorios, o salir con la bici con compañeros a ritmo que te dé la gana jajaja, que siempre es más que lo que debes… o nadar, sola. Parar. Como si el hecho de saltar el muro de la maratón me haya dejado en otra realidad. Pero sabes que no. Y eso es lo mejor, que sabes que es una situación de limbo transitorio, que tu cuerpo y tu mente necesita resetear y plantearte de nuevo cosas, pero que es imprescindible pasarlo, disfrutarlo y regodearte en él… sin ponerte nerviosa, (que es lo que nos pasa a los que no paramos cuando de repente no tenemos nada a la vista).
Y así está la cosa. Prohibido apretar, jajaja, prohibido pasarse. A descansar. Un año sin parar bien merecen unas semanitas de descanso.
Esa es la sensación de felicidad suprema que veis en la foto, conseguirlo, llegar, saber que podías a pesar de todo, saber que has conseguido y ganado el derecho al descanso, que has vuelto a superar un reto difícil, que las dos veces se te ha presentado con muchas dificultades, y quedarte con las ansias de volverlo a repetir. Sí Juan, lo siento, volveré a repetir. Lo haré hasta que pueda acabarlo sin ese sufrimiento extremo en el 34-35 que me hace pensar en abandonar, hasta que consiga acabarlo con el tiempo para el que creo que estoy preparada, hasta que consiga hacerlo sin lesión de ningún tipo, para volver a disfrutar de Valencia como lo hice, disfrutar de los km que se suceden sin descanso, uno tras otro, de la gente que se desgañita animando, buscando a los tuyos, entrando en meta, deseando pararme y consiguiendo no hacerlo… porque son tantas las emociones y tan bonitas que no es bueno vivirlas una sola vez…
La salida me hizo llorar. No sabía lo de la música, y conectar con el Libre de Nino Bravo me hizo vibrar y emocionarme, quizá también porque no esperaba estar en esa salida. Casi había suplicado a mi fisio que no me dejara seguir, que no me dejara correrla, y no hubo manera, no tenía excusa. ¡Cuánto que agradecer!. Aún no me explico cómo he podido curarme de una tendinitis bien gorda del peroneo entrenando y haciendo la maratón. Lo que ha conseguido no me lo puedo creer, pero una semana y media después estoy perfectamente ya. Después de 2 meses, eso sí, pero con un maratón entremedio, que se dice pronto.
Éste ha sido mi mayor enemigo, pensar en el dolor constantemente, en que no podía correr sin dolor, en que luego iba coja, en que tenía miedo a romperme… debilita tu mente y te enfrentas a momentos muy dolorosos y de muchas dudas. Únicamente mi fisio confiaba en mi, ni siquiera yo. Eso lo he pagado, no hice mi mejor carrera, pero después de un tiempo he analizado que ha sido la mejor que podía realizar, y con buen resultado.
Los primeros 10 km pasaron rápido, quizá demasiado; apreté bastante, contra las indicaciones de Juan, que me tenía dicho: «de menos a más…» pero no, apreté, aunque siempre pensando que luego podía apretar más y no fue posible. No lo fue simplemente porque no lo había entrenado así, había ido justa en las tiradas de km por la dichosa tendinitis y no podía llevar un ritmo tan ligero como el que me planteé ese día. En el 24 aún iba bien, con muy buen ritmo, y fresca. En el 28 vi a Jorge y los nenes y me dio subidón, ya pensaba que no los iba a ver y me alegré muchísimo, ¡¡ay, no sabéis cuánta alegría da!!, y lo poquito que dura… metros después del apretón comencé a flojear. Comenzar el 30 por la zona de Túria también fue bien, pero en el 33, 34 o así ya iba justa, muy justa. No paraba de ver a corredores parando, y mi mente pensaba que también quería parar, que ya estaba bien, pero la otra mente me decía que ni de casualidad, que adelante… Bajé bastante el ritmo, pero llevaba más de 6 minutos de margen con respecto al tiempo tope previsto, así que no me preocupé, quería llegar, y llegar ya… Y vi a Juan. Justo cuando ya comenzaba a marearme y a flaquear de verdad, me faltaba agua, y eso que bebí en todos los puntos, me faltaba aire, las piernas y el dolor iba bien, controlado, pero estaba cansada. Eso es lo que le dije: «estoy cansada», y también le pedí disculpas por haber apretado tanto al principio. Se me habían agotado las fuerzas. Pero me dijo que tenía que llegar, que no quedaba nada, y que me veía bien de piernas, y que aunque me tuvieran que poner un gotero podía hacerlo… ¿gotero?, ahí reaccioné, ¡qué gotero!, jajaja, ni de casualidad, estaba bien, y no me iba a rendir. Supongo que él no confiaba mucho en mi estado, o me vio muy mal, pero yo sí sabía que lo acabaría como fuera, no le pude decir que estuviera tranquilo que pensaba conseguirlo. Me preocupó que me viera tan mal y traté de recomponerme, de pensar en lo de la sonrisa, que dicen que vas más rápido si sonríes, y en esas cosas que hacen que mejores un poco, y cuando vi la calle Colón, ya sabía que era mío, que lo había conseguido. Apreté el ritmo, porque había consumido el margen bajando tanto de ritmo, y porque me encontraba mucho mejor, con la animación de la zona, viendo el 38, el 39 que ya sólo quedan 3, que eso es ir a Picaña o menos, que eso no es nada, vamoosssss¡¡¡¡¡
Cuando bajas por la rampa del río ya lo tienes. Ahí comienzas a llorar, aunque sea por dentro para que no te vean, y comienzas a pensar en ponerte feliz para la llegada, comienzas a oír la meta, no paras de escuchar los gritos de la gente, te emocionas… No vi a los míos de nuevo. Allí estaban esperándome en el 41, pero no los vi. Estaba mareada, iba al límite y no pude localizarlos. Hubiera sido la chispa, pero en esos momentos, también das por válido llegar, emocionarte sabiendo que están pendientes de ti, en saber que llegas con buen tiempo, que has pasado momentos malos, tanto en la preparación como en la carrera, que quizá has pecado de sobreestimarte y apretar demasiado al inicio, pero que ya está, que lo has conseguido, que has llegado, que lo has hecho muy bien, que estás feliz, que no te arrepientes de nada, que la dureza de todo ha fortalecido de nuevo a tu persona y a tu cuerpo y que estás deseando recuperarte para seguir dando caña… También vi a algunos Triculps que siempre se agradece, que siempre motiva, es como si una parte de ti estuviera dispersa por Valencia y la fueras recogiendo cada vez que veas a alguno/a de ellos/as. GRACIAS¡¡¡¡
Cuando llegas a meta y cruzas, de repente paras, y ya no puedes volver a caminar. Un poco de mareo y un dolor intenso en el peroneo me retienen en la llegada, donde una chica me cuida hasta que se asegura que no me mareo más, y busco agua, agua, tengo sed, no llego al agua, ¡¡ays qué lejos la ponen!!, ¡¡Ays qué lejos está todo!!, la guardarropa, todo… no puedo andar, no avanzo…poco a poco isabel, no te apures. Llevas 42 km corriendo y por 500 m más no te morirás. Despacito, ahora todo despacito…
Y luego la sensación de plenitud. Inexplicable, indescriptible. !!Lo has hecho¡¡, !!pues claro, qué pensabas¡¡, pues que no podría hacerlo, pero que sí que podía, que me iba a costar, pero lo haría… y ¡qué bien que te quedas cuando le das tapón de boca a la parte de tu mente que decía que no podías…!
Y 3 días como un robot, con dificultades para subir escaleras y andar… y al cuarto ya como una rosa, con ganas y con nuevas ilusiones… soooooo, paraaaaa. Ahora toca descanso. Despacito, sin parar y descansando. Guardar y salir
Ays que se acabe ya el descanso, pero que dure mucho más jajaja, ¡¡Qué lío llevo!!
No sé si alguna vez sabré enfrentar la distancia sin ese temor, sin esas dudas. Espero que nunca deje de sentirle el tremendo respeto que me produce. Espero poder seguir disfrutándolo, hasta cuando sea viejita.
Espero que también vosotros os animéis a hacer lo que os llena y os da energía. De la buena.
Muchas gracias a todos los que me habéis aguantado estos meses, a mi familia, a Juan, a mi fisio, a los compis triculps con los que he salido a veces…, los que me habéis preparado, curado, masajeado, dedicado tiempo y animado, aún sin confiar demasiado…
Gracias¡¡¡¡
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