» Lo conoció hace unos 5 años, quizá más, el tiempo siempre corre más deprisa de lo que percibimos…
Sintió una enorme curiosidad por un mundo nuevo que se le abría, nuevas posibilidades de negocio, de desarrollo personal, de crecimiento… cosas bonitas todas. Sueños bonitos todos.
Desde el inicio pensó que ese sentimiento de desconfianza debería apartarlo, para no dar lugar a malos entendidos, para luchar contra los prejuicios y fobias ahora tan extendidos y en boca de todos, prejuicios de civilizaciones, de culturas… aunque siempre desconfió.
Se escurría, al principio un poco menos, hasta que aseguró su fidelidad con un inmenso compromiso, después de esto, se escurrió más. Era del mundo, o al menos eso nos contaba, de Nueva York a Singapur, Korea, China, Sudáfrica, Rusia, Turquía… Engrasó la maquinaria del corazón, del trabajo, del esfuerzo y del compromiso, apostó a una carta en una época donde elegir no fue fácil, y cuando la puso sobre la mesa, comenzó a escurrirse más. Cuanta más grande era su dependencia, más se desentendía, más quiebros sembraba allá por donde pasaba, más sueños e ilusiones rompía.
Ahora sabía que nunca debía negar su instinto, era bueno, muy fino, extremadamente instruido por desgracia. También sabía que nunca atraparía a aquellos que consiguieron robarle los mejores deseos y años de su vida, que intentaron destruir su futuro y el de muchas familias. Sabía que no estaba solo, muchos habían hecho lo mismo, apostar por la serpiente de cara amable. Era más fácil así darle caza, juntos. Si bien sólo pretendía cambiar de selva y olvidar los agravios y las miserias sufridas, era complicado hacerlo, debido al alcance multiplicador a lo largo del planeta. Conseguir al menos no aparecer como culpables. Sólo eso. Sucede a menudo, que la victima se convierte en culpable, y el resto lo acepta sin más, sin indignarse siquiera.
¡Cuánto quedaba por hacer, y cómo estaba de cansado!. Pero era tenaz, muy tenaz. NO se rendiría. Lo iba a conseguir»
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