DANA
17/11/2024
Hace 20 días de la Dana.
20 días de la desolación.
Hoy no hemos salido a ayudar a los pueblos afectados. Hemos dedicado la mañana a hacer ciclismo. A volvernos a llenar de energía, de aire fresco, para poder reequilibrar un poco nuestra mente.
Pero la cabeza bulle sola, sin permiso, los pensamientos discurren libres, sin freno y las imágenes vuelven, las conversaciones con amigos te retornan al origen, a la destrucción, a los casos imposibles…
Y resulta complicado acceder a esa nueva normalidad, la que tanto repetimos desde de pandemia, la que haciéndola de una manera progresiva y ordenada era un poco menos dolorosa. Sientes que a ti no te duele tanto como a otros/as que lo perdieron todo, o más que tú, pero entiendes que hay otro nivel superior que ni siquiera lo ha visto, ayudado, vivido y han seguido estas tres semanas esperando pacientemente que el resto nos reincorporemos como si aquí no hubiese pasado nada.
Pero sí ha pasado.
Personalmente me resulta doloroso saber que mi cabeza hará lo imposible por olvidar, por volver a aferrarse a la vida rutinaria, cotidiana, buscar motivos para recrearme, intentar disfrutar y ser feliz y olvidaremos o nos acordaremos muy poco de todos/as aquellos/as que lo sufrieron.
También olvidaremos el temor a coger el coche en situaciones de peligro, o haremos caso omiso a cualquier alarma si no nos interesa… en fin. Tendemos a dejar de lado los desastres, porque si no, no podríamos seguir cargando con ese peso, vivir con normalidad y equilibrio emocional.
Dibujar los recuerdos, escribir sobre ellos, recoger evidencias y plasmarlo todo en uno de mis próximos proyectos, no deja de ser una necesidad vital para mi. Como aferrarse a mis maneras de expresión para vaciar la desolación de mi cabeza.
Fuimos muchos días a los pueblos de l´Horta Sud, a los lugares en los que teníamos amigos/as, compañeros, vecinos. Intentamos ayudar en Picaña, Paiporta, Benetusser, Alaquás, Aldaia, Sedaví, Torrent (el mío). A veces con los cepillos y palas, otras repartiendo comida con las bicis, otras organizando los centros de alimentos, limpiando negocios de amigos, bajos, calles, garajes…
Nuestras bicis se convirtieron en nuestro medio de transporte y en la posibilidad de acceder a muchos sitios. Nos juntamos unos cuantos compañeros/as no afectados materialmente, aunque sí psicológicamente y cada día marchábamos a un lugar, dependiendo de las necesidades que íbamos viendo o nos demandaban.
El primer día después de la Dana, me acerqué a ver cómo bajaba el barranco (de Torrent). Habíamos tenido una granja hacía años muy cerca del barranco y siempre lo visitábamos cuando llovía mucho. La impresión fue devastadora. Destrozado el acceso a Alaquàs, arrasado un puente de un montón de siglos. Nos acercamos al siguiente puente y lo mismo. Roto. Entonces comenzamos a ver los coches arrastrados, llenos de barro, colgando de los puentes, debajo en la autovía.
Esa tarde marché a correr, aún poco consciente de todo. Cuando llegué a la autovía que accede a mi ciudad, lo que vi me paralizó. Los coches amontonamos, llenos de agua, barro… Regresé a casa e insté a mi familia a coger las bicis e ir a verlo. Llegamos a Picaña. Casi nos ponemos a llorar. Comencé a ver a gente que conocía, en las calles, desesperados por el desastre, con casas inundadas, coches perdidos, familiares que no encontraban…
En cuanto llegué a casa me decidí a salir, al día siguiente y echar una mano. No podía quedarme como si nada hubiera pasado. Y ya no dejamos de hacerlo hasta 2 semanas después, salvo algún día de descanso. Ver aquello fue muy impactante, al menos para mi. Todo cambió después de estar ahí y eso mismo le pasó a muchísima gente…
Los primeros días fueron horribles. Los escenarios que pisábamos eran indescriptibles, como de campo de combate, con puentes afectados, calles destruidas, coches amontonados, gente desolada, casas anegadas, barro, plásticos, cañas, maderas… Calles impracticables, con barro, y más barro…
Una vez en casa, ya entrada la tarde, nos poníamos la televisión autonómica, en la que no paraban de informar del desastre. ¡¡¡Había llegado a tantos sitios a la vez!!!.
Hasta el 5º día no vimos ayuda externa en las calles, sólo manos de voluntarios como nosotros/as que no podíamos dejar de hacerlo. Pero solos no podíamos. Necesitábamos mucha ayuda para recomponer muchas cosas. Demasiadas. Y aunque en los medios nos pedían que no fuésemos a las zonas, la gente no paró de hacerlo. Los afectados de muchos pueblos no podían siquiera comer, pues no tenían luz, agua, comunicaciones, todos los supermercados estaban destrozados y comenzaron a extenderse las redes de apoyo voluntarias, la solidaridad de sus vecinos/as…
A las 2 semanas nos pidieron que nos reincorporáramos a nuestros trabajos, con las dificultades de movilidad de la zona, con un montón de carreteras cortadas y con la pena en el alma, por no poder seguir ayudando a nuestros vecinos. ¿Quién lo hará ahora?. ¿Quién les ayudará a limpiar ese barro persistente imposible de aclarar, dentro de sus casas, sus negocios…?.
El anuncio de la 2ª Dana nos puso muy nerviosos a todos/as de nuevo y fue un kit kat en nuestra primera semana laboral. Pudimos quedarnos en casa y reflexionar acerca de lo que vale ser prudente y precavido y cuántas vidas se han jugado algunos/as responsables anteriormente.
Muy pocas personas y muchas menos instituciones, organismos o empresas, se tomaron en serio la alerta roja de esa fatídica mañana. Incluso algunos/as hacían chistes porque en nuestros pueblos no llovía siquiera, también se enfadaban. Tampoco ningún responsable o técnico nos informó de la gravedad de la situación. Falló y mucho la comunicación. No se entendía bien un parón en esa situación, sin saber qué estaba pasando. Pero lo cierto es que se desbordó todo. Atropelló a los expertos, a los políticos y al pueblo después. Recibimos una especie de aviso importante y estridente, al movil cuando ya se estaban ahogando muchas personas. Un sonido que nunca olvidaremos. Y después, la noche desesperada. Gritando en las calles, salvando a vecinos, intentando resguardarse, pendiente de la presa o de una segunda venida de agua… El infierno.
Tampoco se tomaron en serio nuestros políticos la situación desde el primer minuto de la ayuda. No movilizaron TODO lo que disponían, no entraron en los pueblos hasta días después, no enviaron ayuda coordinada, órdenes claras, mandos y manos hasta muy tarde, cuando ya muchos no habían sobrevivido y la gente estaba desesperada con los pillajes, la situación y las pesadillas. Si estuviste en las zonas, no podrás olvidarlo.
Aún quedan muchos lugares muy afectados. Algunos con carencias de primera necesidad. Después vendrá la limpieza más profunda, la reconstrucción de las instalaciones, campos deportivos, colegios, ambulatorios, viviendas, puentes, carreteras… de las personas.
Pero nosotros/as ya no podemos seguir cooperando de manera directa y eso también duele a la vez que alivia, o quizá duele más porque te alivia, te excusas con tu trabajo, tu obligación y ya está…
20 días después de la Dana, ningún responsable político ha dimitido. Hay serias evidencias de negligencias en ambos gobiernos, el autonómico y el central. Pero siguen jugando a tú la llevas, o a ver quién cae primero. Es innegable que muy lejos no podemos ir como sociedad, permitiendo que la mentira sea el mantra más repetido, la incompetencia lo habitual en los altos cargos y la soberbia su pecado capital, que ni en situaciones límite la mantienen a un lado.
Tenemos demasiado que arreglar en nuestro territorio, pero somos ciudadanos obsesivos en recompensas a corto plazo y ningún gobierno apuesta por organizar un territorio que no da votos, que “quita” dinero del día a día, que a ver si con un poco de suerte le cae la inundación al otro partido.
Gotas frías seguirán existiendo y problemas de crecidas de barrancos también (están datadas de muchos siglos atrás). La pregunta es si cuando vuelvan a suceder (dentro de mucho tiempo, ójala) como ciudadanos ya se nos habrá olvidado hacer caso a las emergencias, (si es que cambian muchas cosas y se nos llega a avisar adecuadamente) o si elegiremos la ignorancia, la imprudencia o el capital, si nos tocará de nuevo a nuestra generación, o si seremos capaces de hacer algo para dejar un futuro mejor a nuestros hijos, que seguro que lo volverán a vivir.
Cañas y barro y coches y puentes y agua y destrucción.
Proyectemos un mejor futuro para nuestra tierra.
Isabel
Algunas ilustraciones inspiradas en esos días:
Algunas ilustraciones inspiradas en esos días:
Imágenes de los días de ayuda en zona cero:
31/10/24: Torrent y Picaña
1/11/2024: Benetusser
2/11/2024: Picaña
3/11/2024: Alaquás/Aldaia
4/11/2024: Masía del Juez/Torrent
5/11/2024: Paiporta
6/11/2024: Alaquás
7/11/2024: Aldaia
9/11/2024: Benetusser
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