Justo hace un mes, reflexionaba acerca de las poquitas cosas del 2020 que me habían hecho sentir «libre» (siempre entre comillas, pues muy poquitas veces lo seremos plenamente, y lo sé plenamente).
Pero hemos comenzado el 2021, con mucha tristeza. Con fenómenos atmosféricos inusuales (nevadas, olas de frío, vientos huracanados, terremotos, más vientos, calor extremo), que dan a pensar hasta los más reticentes a creer en el cambio climático. Con la pandemia a galope en nuestro país, descontrolada dice Simón. Con despropósitos de todo tipo en la gestión de la misma. Con mayores despropósitos en la «aceptación» por parte nuestra, de lo que es únicamente nuestra responsabilidad… En fin. Con este panorama, sólo podíamos ir a peor: deportes de competición paralizados, eventos cancelados, y finalmente, encierros en nuestras localidades los fines de semana. Sin contar el cierre de bares, comercios y cierre de nuestras casas a todos y todas, incluidos nuestros padres, por si las moscas los contagiamos, nosotros, los que debemos seguir yendo a trabajar… Núcleo burbuja de 4 + compañeros de escuela + alumnos de mis clases… en fin.
Hoy una amiga me enviaba la canción de Serrat «Todo pasa y todo queda», basada en Cantares de Antonio Machado. Cuántos recuerdos de este curso, y qué bonita letra. Seguimos haciendo camino, camino sobre esa mar que ya no puedo pisar… (tampoco puedo ir a la piscina a nadar).
Me ahoga no poder salir y por ello, procuro hacerlo dentro de mis límites. Disfruto cogiendo la bici con mi núcleo de 3 convivientes ciclistas y escapando hasta los límites del término de mi ciudad, que por suerte es grande, pero ¡cuántos problemas últimamente!. !Cuántas limitaciones a nuestra libertad¡. ¡Qué difícil todo para los que estamos sanos, cuánto más para los que están perdiendo a sus seres queridos!.
Ese estado de ansiedad que se nos cuela cuando no nos dejan desahogar nuestros instintos y necesidades.
Un amigo reflexionaba hoy en una conocida red social, acerca de la inconsciencia de algunos valencianos de marchar todos a la playa, con colas interminables, juntándose unos con otros… ni se me pasaba por la cabeza ir (como mucho me hubiera ido a una piedra sola y arriba de un monte), pero entiendo perfectamente esa búsqueda de las personas, de encontrar un resquicio de aire, fuera de la ciudad, para «respirar», como cuando escapo a la huerta a correr. Lo que no entiendo es que vayan todos al mismo lugar a respirar, pero las limitaciones es lo que tiene, que crea núcleos pequeños y la gente se sigue apelotonando porque el espacio «libre» es demasiado pequeño para todos, y todos no consiguen quedarse quietecitos en casa por muchísimos motivos. Las ciudades son nuestras cárceles, no dejan de decirnos los miles de contagiados que hay en ellas, y sin embargo nos encierran en ellas. Es una paradoja tan triste, que todos tenían razón en ese chat. Todos excepto aquéllos que no respetan las distancias y que no cumplen las normas, tampoco a los que insultan para argumentar su idea. A ninguno nos gustan las normas cambiantes y surrealistas que se nos imponen, muchas son un sinsentido, y por eso entiendo que busquemos esos límites, porque apenas nos quedan ya, porque la cárcel interior puede desbordar en algunos casos y porque ante la confusión de las normas, debería reinar el sentido común. Aunque no todo el mundo tiene ese 7º sentido.
Este fin de semana no he tenido ni paella de mi padre, ni salida en bici por el término, (el viento acabó de fastidiar lo poquito que nos quedaba), ni salida a pasear, amigos… sólo llamadas y estudio. Descanso y casa. Esa casa que tantas opciones nos da, o no.
No tener objetivos deportivos claros a la vista, no motiva, no ayuda a sobreponerte a cada golpe que dan al deporte. Ahora correremos con mascarilla, como haga falta, lo haremos todos los que no podemos vivir sin el deporte, seguiremos respetando las normas con tal que nos dejen salir… Pero cada vez son más golpes, a un estado de ánimo ya cansado.
Seguiremos entrenando por la salud, por la libertad y por la vida activa, porque nuestra mente funciona mucho mejor cuando lo hacemos. Espero que Febrero pase pronto y de nuevo llegue la primavera con alguna buena noticia. Mientras tanto, nos cuidaremos mucho, a nuestra familia y a nuestros alumnos, y procuraremos pasar sin respirar por este tiempo tan extraño.
El feliz 2021 que deseaba todavía no ha llegado, pero seguro que muy pronto lo vemos asomar.
Cuidaros mucho, leed mucha literatura (apagad la tele) y tratar de buscar alternativas a un encierro pasivo. Seguiremos dibujando, porque colores y hojas tengo muchas y no me las pueden quitar (de momento).
31 Enero 2021
Isabel
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