Hacía tiempo que no lloraba y justo cuando pensaba que ya había conseguido pasar por encima de esa expresión del sentimiento, de esa desbordante manifestación de emociones, (pues se había endurecido, pensaba), justo en ese momento, no pudo contener las lágrimas.
Lo había visto más de 10 veces y en todas ellas había llorado, aunque ninguna vez como la primera, cuando se dio cuenta de que nunca encontraría el amor fuera de aquellos seres tan especiales. Se sintió tan desnudo, tan reflejado, tan como era de verdad, que le entró vértigo que le hubieran «descubierto» debajo de la capa que se había puesto hacía tiempo. Pero no lloraba de miedo, lloraba de amor, por ellos; de pena, por él, por que pensaba que no se lo merecía, no merecía que lo quisiesen tanto. Siempre lo pensaba y nunca dejaba que la emoción tierna lo embadurnara. Estaba en un error. Así lo pensaba, pero era un error en modo bucle, que no dejaba de reproducirse, que no lo dejaba escapar y que no podía corregir.
Hacía días que le escocían los ojos y un poco el corazón. Hacía días que intuía un nuevo camino, en el que quería que ellos formaran parte, pero se veía solo, ante las páginas, ante las dudas, ante la vida. Quizá esto fuese el click.
Escuchó la canción hasta aprendérsela y cada vez que sonaba se volvía a erizar. Le puso la etiqueta de me gusta y la guardó en su hondo corazón. Cuando ella volvió, hizo como si todo estuviese igual, como si el click no se hubiese producido. Seguramente no lo había hecho, pues pensaba que algo tendría que haber cambiado ya, aunque aún no lo veía, no era capaz de ver ningún signo objetivo del cambio. Sólo su deseo, disfrazado de normalidad.
«No puedo vivir sin ti, no hay manera..». ya sabía que no podría nunca vivir sin ellos, esperaba no hacerlo en mucho tiempo. Esperaba poder cerrar los ojos y por fin descansarlos. Deseaba tanto parar el tiempo.
Isabel
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